Desde adentro de la sala podían escucharse ayer la clase pública y también una sirena. Mientras la agrupación "Hijos" celebraba una reunión informativa para estudiantes, familiares de imputados por crímenes de lesa humanidad durante el terrorismo de estado se manifestaban en la puerta del Tribunal Oral Federal (TOF).
Militantes, querellantes, profesores universitarios, familiares de víctimas y sobrevivientes explicaron a media centena de alumnos secundarios qué ocurre "puertas adentro" del TOF durante las audiencias de la megacausa "Arsenales II-Jefatura II". Natalia Ariñez, de Hijos, explicó que los menores no pueden asistir al debate. Esa situación se conjugó en la actividad con la conmemoración de la "Noche de los Lápices" y el pedido de justicia por Julio López (testigo desaparecido), añadió.
"Las mayores pruebas materiales están en la memoria y valentía de los testigos, por eso invitamos a Renée Ahualli, que declaró en tres causas", ejemplificó. El querellante Pablo Gargiulo se refirió a los carteles que llevan los allegados de los imputados y que denuncian que el juicio sería "injusto" y parcial. "Es una campaña para deslegitimarlo. Los juicios se hacen en un marco de legalidad. Tienen defensores y los que lo necesitan, están en una penitenciaría con hospital (Ezeiza). Muchos ni siquiera irán presos tras la sentencia, si se los condena, por su salud. Como tucumanos deben sentirse orgullosos de estos juicios", alentó.
Historias y polémica
Durante la mañana, se habían escuchado una de las últimas tandas de testimonios. Marta Rodríguez relató cómo fue el secuestro de su hermano José Manuel Rodríguez, de 32 años, en septiembre de 1976. Afirmó que militares armados se lo llevaron de su casa y que pudo visitarlo en la Brigada. Rodríguez permanece desaparecido.
El testigo Pedro Solórzano, presentado por la defensa del imputado Ariel Valdiviezo, generó un revuelo. El médico y militar retirado relató el episodio en el que fueron asesinados el subteniente Juan Toledo Pimentel, el sargento Alberto Lai y el soldado Carlos Cajal, el 17 de mayo de 1976. Afirmó que se desempeñaba en la junta médica del Comando de la V Brigada y que ese día asistió a la base de Caspinchango para atender a soldados enfermos (Valdiviezo habría estado a cargo). "Cuando regresábamos en la ambulancia fuimos atacados por un grupo que estaba en el camino. Cuando intentamos pasar por un puente de madera, explotó una bomba. Fuimos ametrallados. Perdí el conocimiento. Me dieron por muerto. Desperté en una zanja, con dos cadáveres arriba: Toledo Pimentel y Lai", relató. Luego añadió: "Toledo Pimentel muere en mis brazos, tratando de reanimarlo". Los querellantes Laura Figueroa y Bernardo Lobo Bougeau requirieron que se lo impute por falso testimonio, al entender que había caído en contradicciones. Ciro Lo Pinto, defensor oficial, reclamó que el juicio no siguiera por los canales de la legalidad y acusó a Figueroa de amedrentar a testigos. "No hay contradicciones", espetó.
Antes del final de la audiencia, se escuchó el desgarrador testimonio de Emma Aguirre, por cuyo secuestro y tortura fue condenado a 13 años de prisión en el ex comisario de León Rougés, Miguel Moreno, en 2012. Cuando estuvo en el centro de Nueva Baviera, Aguirre pudo ver a Juan Ángel Jiménez, víctima de la megacausa cuyos restos fueron hallados en las fosas del Arsenal. Mientras que Moreno habría participado del secuestro de otras víctimas: Pedro y Juan Rodríguez (padre e hijo).
La megacausa suma 215 víctimas y 41 imputados. Los delitos se habrían cometido en los centros de detención y exterminio del Arsenal y la Jefatura de Policía.